Si ya está cansada de ver el blanco inmaculado en su vajilla de porcelana o cerámica, le proponemos tomar pinceles, varias pinturas de colores y, con nuestras indicaciones en mano, dar rienda suelta a su imaginación.
El primer paso de un buen trabajo será limpiar y secar bien cada una de las piezas a decorar. Después, dibuje un diseño en papel carbónico (o cálquelo de alguna revista, libro, lámina o papel de regalo) y traspáselo a cada una de las piezas de la vajilla. Esto evitará que los dibujos queden diferentes en una y otra pieza.
Ahora, mezcle pintura para esmalte en frío del color que prefiera con un poco de aglutinante y, con un pincel de punta fina, comience a pintar la primera de las piezas. Es fundamental que pinte con la mano relajada y dando trazos en una misma dirección. Haga lo mismo con cada uno de los colores que utilice y sobre cada pieza.
Si quiere que los colores queden más intensos, pase otra mano de pintura sobre los dibujos, pero sólo cuando la primera mano esté bien seca.
Después de un par de horas, la vajilla estará lista para usar.