Si su hijo es de los que al cruzar la puerta del consultorio del pediatra comienza a gritar, llorar desconsoladamente y hasta patalear, como si fuera a someterlo a una gran tortura, lo mejor será seguir algunos consejos para revertir la situación y hacércela mucho más llevadera.
Cómo primera medida, trate de que su hijo la acompañe a sus consultas como para que vea que nadie corre ningún tipo de peligro y que sólo es un momento en que una persona que se dedica a curar examina su cuerpo y que le da indicaciones para que sólo esté mejor.
Puede intentar también jugar con su hijo «al doctor», para que esta experiencia de «ser examinado» se convierta en algo natural.
Otra fórmula muy usada por los padres es llevar a sus chicos, después de la consulta médica, a un lugar divertido (como a la plaza, al cine o a comer a un lugar que les guste). De esta forma la visita al médico se convertirá en una ocasión esperada por lo que harán luego.
Eso sí, nunca le diga a su hijo frases como «no te preocupes» o «el médico no te a lastimar», porque, justamente, estas expresiones posiblemente le transmitan la idea de daño.
Vea también, cómo mejorar el miedo a la oscuridad.